En la actualidad, el aeropuerto binacional “Comodoro Pierrestegui” se encuentra ultimando detalles para un enfoque predominantemente turístico, apartándose por completo de su propósito original. Desde este medio hemos señalado la desviación significativa respecto al objetivo inicial para el cual se otorgó el crédito del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para su construcción.
Ese crédito, que ascendió a 52 millones de dólares (de los cuales 32 millones fueron destinados a la construcción y el destino del resto permanece incierto), es una carga que todos los entrerrianos deberán afrontar. Por ello, tenemos el derecho de opinar sobre lo que pudo haber sido una oportunidad transformadora para el desarrollo de una vasta región, que incluye no solo a los departamentos de Concordia, Salto y Bella Unión en la República Oriental del Uruguay, sino también a Paysandú y Tacuarembó en el país vecino. Estos departamentos avalaron en su momento el proyecto original del Aeropuerto Internacional de Cargas “Comodoro Pierrestegui”, que estaba destinado a dinamizar la economía regional.
Desidia y falta de transparencia
Sin embargo, la desidia, la mezquindad y, por qué no, la duda sobre un posible acto de corrupción en el gobierno provincial anterior, que nunca transparentó el destino de los 52 millones de dólares otorgados, han desvirtuado la función original del aeropuerto.
El proyecto inicial contemplaba un aeropuerto de cargas que facilitara la exportación de diversos productos regionales, que hoy se encuentran con potencial de competir en mercados internacionales, tales como:
- Jugos cítricos y derivados, como aceites esenciales para la industria alimenticia y cosmética.
- Arándanos y sus derivados.
- La producción frutihortícola del Uruguay, conocida por su alta calidad.
- Vinos de la región de Salto Grande.
- Agua mineral y termal.
- Placas de madera, muebles de alta calidad exportable, aberturas de madera y casas de alto estándar.
- Herramientas para la panificación, envases para la industria alimenticia, entre otros.
Esta producción, que cumple con elevados estándares de calidad, tiene todo el potencial para competir en el mercado internacional. Un ejemplo exitoso de un aeropuerto de cargas que ha potenciado la exportación es el Aeropuerto Internacional Teniente Benjamín Matienzo en Tucumán (Código IATA: TUC), que en 2020 exportó por primera vez lechuga refrigerada. En el portal Despachantes Argentinos, se encuentran numerosos ejemplos de productos exportables que salen del norte argentino, un claro reflejo de la importancia de contar con infraestructuras adecuadas para la exportación. Otro caso destacado es el Aeropuerto Internacional Salgado Filho de Porto Alegre, Brasil, que se encuentra a solo 700 km de esta región y tiene capacidades logísticas para exportar grandes volúmenes.
La visión original del proyecto
El proyecto original del aeropuerto de Concordia, aprobado por los técnicos que autorizaron el desembolso del BID, se visualizaba como una «puerta de entrada y salida del Este» de la Argentina, abarcando una amplia región que incluye áreas de la República Oriental del Uruguay. Los expertos evaluaron que, además de contar con una ubicación geográfica estratégica, la ciudad de Concordia y su región tenían industrias pioneras que representaban un claro ejemplo de la pujanza económica de la zona.
En ese momento, Concordia era un centro histórico, industrial, comercial, académico y deportivo de la región. Hoy, lamentablemente, enfrenta una realidad mucho más difícil, siendo reconocida como una de las ciudades más pobres del país. La falta de desarrollo y la pérdida de industrias clave han afectado profundamente el empleo y la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo, el potencial sigue existiendo: si la región recupera su capacidad productiva y genera nuevas fuentes de empleo, podría revertir esta situación y recuperar el protagonismo perdido.
La gestión del aeropuerto: una oportunidad mal aprovechada
La gestión actual del aeropuerto “Comodoro Pierrestegui”, que está orientada únicamente al turismo, carece de la visión empresarial y profesional necesaria para aprovechar el enorme potencial que tiene este aeropuerto como un centro logístico para exportaciones. Este tipo de gestión requiere de un enfoque especializado y privado, no de una administración política o municipal, que podría llevar a una nueva decepción para la región.
Si se lograra transformar el aeropuerto en un hub de carga eficiente, no solo se beneficiarían los sectores productivos locales, sino que también se generarían nuevos empleos y oportunidades económicas. Atraer cargas de exportación contribuiría a diversificar las fuentes de trabajo y a mejorar las condiciones de vida en toda la región.
Un llamado a la reflexión
Por último, hacemos un llamado a la reflexión a las autoridades locales y provinciales para que no desistan en la tarea de recuperar el proyecto original del aeropuerto. Aunque transformar el “Comodoro Pierrestegui” en un aeropuerto de cargas es una tarea difícil, no es imposible. La región de Salto Grande tiene un enorme potencial y solo hace falta voluntad política y una gestión comprometida para aprovecharlo. Si las autoridades locales y provinciales se enfocan en este objetivo, pueden crear las condiciones necesarias para impulsar un desarrollo económico genuino que beneficie a toda la región.
Es fácil decirlo, pero difícil de hacer. Sin embargo, esta tarea debe resolverse si queremos que la región alcance el lugar que merece en el mapa económico de Argentina y Uruguay.
Redacción : Alejandro Monzon
para Análisis Litoral