Es un hecho que, transcurrido un año desde la crisis económica que atraviesa Argentina, se produjo un quiebre en la gran mayoría de las obras gestionadas por el anterior gobierno. En particular, esta región de Entre Ríos recibió importantes desembolsos, pero muchos de esos fondos fueron mal gestionados, sin las certificaciones estrictas ni un control eficiente sobre el avance de las obras.
Uno de los ejemplos más claros de esta negligencia es el principal acceso a la ciudad de Concordia, conocido como la «Y». Esta obra no solo se encuentra parcialmente cerrada, sino que ha generado serias complicaciones. La «Y» se ha transformado en una verdadera trampa, ya que quienes conocen los desvíos pequeños la utilizan con frecuencia para acortar el camino.
Es sabido que existe una deuda pendiente con la empresa encargada de la obra, lo que, sumado al estado de las finanzas del gobierno local, dificulta su conclusión. Los vecinos de la zona se quejan constantemente por las “frenadas” imprevistas, especialmente por la noche, debido a la señalización deficiente. Los carteles que indican el acceso a la ciudad están mal ubicados, y las aplicaciones GPS no alertan adecuadamente sobre el cierre de la ruta.
Si bien debería ser urgente la reapertura de este acceso, no se puede pasar por alto que también es necesario mejorar y modernizar los accesos a una ciudad que se caracteriza por su potencial turístico. En la zona de acceso, por ejemplo, debería contemplarse la creación de un espacio de información turística, con un parador en paralelo, que podría gestionarse a través de una concesión privada.
Por lo tanto, es imperativo no solo planificar la rehabilitación de este acceso «sur», sino también de los otros accesos y, en general, diseñar un plan integral que contemple todo el trayecto, desde la autovía nacional 14 hasta el río Uruguay. Este proyecto, fundamental para la ciudad, podría evaluarse con la participación activa de los vecinos y con una visión de largo plazo.
Entre los aspectos que deberían considerarse en este plan están: una señalética moderna (horizontal y vertical), la renovación completa de la carpeta asfáltica, la construcción de plazoletas y rotondas, la instalación de monumentos, y un mirador al final del Bv. San Lorenzo con vistas al río y al vecino país. Además, se debe mejorar y multiplicar la iluminación en todo el tramo. Implementar estas mejoras no implicaría grandes esfuerzos económicos si se aborda en etapas.
Incluso si el objetivo es potenciar los atractivos turísticos de la que alguna vez fue la capital nacional del citrus, el gobierno municipal debe considerar estos proyectos como una verdadera «puesta en valor» de una ciudad que, hoy más que nunca, lo necesita.
Redacción Análisis Litoral