El daño económico provocado por la cobertura mediática de la proliferación de cianobacterias (algas) en el Lago de Salto Grande y sus principales playas es considerable. Esta situación no solo afecta al ecosistema local, sino también a las comunidades cercanas, como Concordia (Entre Ríos) y la región en general, además de tener un impacto negativo en el turismo. Los visitantes potenciales, al ver reflejada en los grandes medios la imagen de un lago contaminado, tienden a evitar el destino, lo que agrava aún más la crisis en una de las principales fuentes de ingreso de la zona.
La gestión de este valioso recurso natural recae en el ente provincial CODESAL (Comisión Administradora del Lago de Salto Grande), organismo encargado de velar por el mantenimiento y conservación del área. Sin embargo, la falta de una visión integral y de estrategias adecuadas para abordar los desafíos que enfrenta el lago parece evidente. Los esfuerzos de CODESAL no parecen ser suficientes para reconocer el verdadero potencial de los atractivos turísticos bajo su responsabilidad, lo que repercute en el deterioro tanto ambiental como económico de la región.
Recientemente, los medios de comunicación han mostrado impactantes imágenes de carpinchos (capibaras) cubiertos por el verdín de las cianobacterias, lo que refuerza la percepción de abandono y descuido por parte de las autoridades encargadas del manejo del lago. Estas imágenes no solo revelan la gravedad de la situación, sino que también sirven de testimonio del mal manejo de uno de los recursos naturales más importantes de la provincia.
Lo que se observa hoy es una vez más una falta de planificación y profesionalismo en la gestión de los recursos turísticos. Es evidente que, a pesar de las denuncias y las advertencias, el lugar sigue siendo administrado por personas sin la idoneidad necesaria para enfrentar los desafíos complejos que exige la conservación de este ecosistema. En lugar de propuestas innovadoras y soluciones sostenibles, la región parece condenada a sufrir las consecuencias de una gestión improvisada que no lleva a ninguna parte.
Mientras tanto, la población y los sectores productivos deben conformarse con una situación lamentable que afecta no solo el medio ambiente, sino también la calidad de vida de quienes dependen del turismo y las actividades relacionadas con el lago. Este panorama requiere, más que nunca, un cambio en la administración y una verdadera toma de conciencia sobre la importancia de preservar el Lago de Salto Grande, no solo como atractivo turístico, sino también como un patrimonio natural fundamental para la región.