En la actualidad, el aeropuerto Binacional “Comodoro Pierrestegui” está ultimando los detalles con un enfoque predominantemente turístico, alejándose completamente de su propósito original. Desde este medio, hemos señalado la desviación significativa del objetivo para el cual se otorgó el crédito del Banco Interamericano de Desarrollo (B.I.D) para su construcción.
Inicialmente, el aeropuerto fue concebido como un centro de carga estratégico, diseñado para impulsar el desarrollo productivo regional. Este proyecto podría haber sido la llave para permitir a numerosas empresas locales acceder a mercados internacionales, transformando la región en un hub clave para la exportación de productos locales. Sin embargo, una condición impuesta por una dependencia del gobierno anterior bloqueó la ampliación de 100 metros más, necesarios (de los 2.000 actuales) para la operatividad de aviones de gran envergadura (Aviones de carga pesada ej Boeing 747 o similares) , es decir se necesita de una plataforma de 3.000 mt x 43 de ancho. Ejemplo de ello fue Tucumán que se esmeró, cada día, en mejorar su aeropuerto . Empezó con Aviones de 65 Toneladas de carga, ahora entran los Jumbo de 100, truncando así el potencial del proyecto en su fase crucial.
El aeropuerto Binacional “Comodoro Pierrestegui” tenía la capacidad de convertirse en un nodo de carga con vastas oportunidades comerciales. El B.I.D aprobó un desembolso de U$A 52.000.000 para su desarrollo, de los cuales solo se utilizaron U$A 32.000.000 en la construcción, dejando sin explicación el destino de los U$A 18.000.000 restantes. Este financiamiento se basó en un exhaustivo estudio de factibilidad realizado por expertos locales. Los técnicos del B.I.D advirtieron que la gestión operativa no debía depender únicamente del manejo municipal y señalaron la tendencia a insertar “compromisos personales” en la burocracia local.
En lugar de desarrollar un aeropuerto de carga con un impacto regional significativo, el enfoque actual se ha desplazado hacia un uso turístico, con vuelos de cabotaje a tan solo 400 kilómetros de la capital federal. Este tipo de vuelos, que servirían principalmente a políticos y pequeños empresarios, resulta económicamente inviable para un aeropuerto de esta magnitud. En contraste, el proyecto original podría haber facilitado la inserción de productos locales en mercados globales, convirtiendo la región en un importante punto de conexión comercial.
Además, la transformación del aeropuerto en un centro turístico en lugar de uno de carga representa una oportunidad económica perdida que podría haber sido un motor de desarrollo para la región. La falta de infraestructura adecuada para vuelos de carga limita significativamente el potencial de crecimiento económico, al tiempo que deja a la región dependiente de soluciones menos rentables y menos impactantes en términos de empleo y desarrollo industrial. Las inversiones realizadas en el aeropuerto, en lugar de fomentar una expansión económica sostenida, se ven reducidas a una operación que apenas cubre las necesidades locales sin contribuir al crecimiento regional.
El desvío de recursos y objetivos también resalta una falta de visión estratégica y planificación a largo plazo por parte de los responsables del proyecto. En lugar de aprovechar una oportunidad para transformar la región en un hub logístico clave, se ha optado por una solución que carece de impacto significativo en la economía local. Esto subraya la necesidad urgente de revisar y realinear las estrategias de desarrollo regional para asegurar que las inversiones en infraestructura realmente contribuyan al progreso económico y social, en lugar de ser malgastadas en proyectos con beneficios limitados.
Es imperativo recalcar la desidia, la avaricia y la falta de visión del anterior gobierno provincial, sumados a la falta de liderazgo del anterior intendente, quien no supo defender esta “única” oportunidad para Concordia, Entre Ríos. La ciudad sigue enfrentando un estado de inviabilidad económica que perpetúa la pobreza estructural, con un alarmante índice de pobreza del 52% que sigue sin recibir la atención adecuada para su solución.
Colaboración : Alejandro Monzon
para Análisis Litoral